No olvidamos el espíritu inquebrantable de los miles de jóvenes y estudiantes que en el devenir de estos 47 años han cimentado las bases de la Unidad, enlazados en los sueños de un mundo distinto, de la América libre, soberana y con dignidad. La estirpe de aquellos hombres y mujeres la tenemos grabada con orgullo, porque ellos resistieron, inclusive con alegría, en los momentos más duros, cuando su sangre era derramada enfrentando dictaduras y los poderes más oprobiosos. Pero el movimiento estudiantil latinoamericano y caribeño ha sobrevivido para contar, vivir y andar.
Nos aprestamos a recibir un año más de vida de la organización de los estudiantes de la América india, mestiza, chola, negra, blanca y luchadora. Un año más que nos afirma en la solidaridad, en el recuerdo de nuestros mártires, rememorando a Fefel, nuestro joven puertorriqueño insignia de una vida nueva, de la independencia. Un año más de afianzamiento como hijos de las ideas de Bolívar, Martí, Chávez, del Che, Sandino, Morazán, San Martín, Artigas, de Zapata. Un año más de avance, de tropiezos y aprendizajes, de caminar con lo aprendido y de reflexionar con lo errado.
La unidad se levanta nuevamente como el factor más trascendental en nuestras luchas. Solo con ella seremos capaces de alcanzar las victorias que necesitamos. Seremos consecuentes a este principio para cumplir el papel que nos ha dado nuestra América. No podemos bajar la guardia ni abandonar las banderas de Córdoba, tampoco las de las luchas estudiantiles de todo un siglo, ni las de un continente que ha sido sometido por unos 200 años. Ahora que la luz de la verdadera independencia parece encenderse redoblar la alerta y los combates es tarea de todos, porque como dijo el Manifiesto Liminar, los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan, y aún hay muchos dolores que curar y disimiles libertades que conquistar.
Convencidos de que cuando la causa es justa la lucha se vuelve un deber, respaldamos todos aquellos procesos que recuperan la cara de un mundo equitativo con justicia social y denunciamos las injusticias con la misma repulsa que se pueden enjuiciar la ignominia y la opresión hacia los humildes. En la acción contra el imperialismo seremos implacables, no nos vendemos a las ofertas del mismo, no olvidamos sus crímenes y no descansaremos hasta que caiga.
El 11 de agosto de 1966 nace para esta región del continente y el mundo la Organización Continental Latinoamérica y Caribeña de Estudiantes, y así de inquietos e irreverentes, como en 1966, haremos de la educación la antorcha para la liberación social y nacional, siendo pública, gratuita, de calidad, con acceso universal, gobernada por estudiantes, trabajadores docentes y no docentes y estudiantes; una educación transformadora y liberadora. Queremos una educación en libertad y libertad para educarnos.
¡Viva Latinoamérica Libre!
¡Viva la OCLAE!
¡Vivan los estudiantes!
Secretariado Ejecutivo
OCLAE.