INTERVENCIÓN DEL JEFE DE LA DELEGACIÓN CUBANA, FERMÍN QUIÑONES SÁNCHEZ, PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN CUBANA DE LAS NACIONES UNIDAS, EN LA CONFERENCIA MUNDIAL DE LOS PUEBLOS “POR UN MUNDO SIN MUROS HACIA LA CIUDADANIA UNIVERSAL”.

Cochabamba, Tiquipaya, Bolivia, .20 y 21 de junio de 2017

Representantes de gobiernos, organizaciones y movimientos sociales presentes.

Permítanme  primero que todo agradecer  la invitación cursada por  el Gobierno y los Movimientos Sociales del Estado Plurinacional de Bolivia a esta Conferencia Mundial,  la cual sin duda constituye un importante  espacio para el debate e intercambio sobre un tema de tanta relevancia como lo es la migración internacional.

Debido a la magnitud y el dinamismo que ha alcanzado en los últimos tiempos como consecuencia de la globalización, la migración internacional se ha convertido en uno de los grandes fenómenos mundiales de nuestros días y ningún país y región puede mantenerse ajeno a su impacto y  consecuencias.

Sin embargo, la comunidad internacional, hasta ahora, ha sido incapaz de capitalizar las oportunidades que presenta la migración y hacer frente a los desafíos que la misma implica.

Como hemos denunciado en otros foros las guerras, el cambio climático, el desigual e injusto orden económico y financiero internacional impuesto por los países desarrollados profundiza la pobreza y la exclusión social, amplían cada vez más la brecha entre ricos y pobres, acentuando el subdesarrollo y la marginación social de millones de seres humanos en todas las regiones del planeta. Estas dinámicas destructivas constituyen causas estructurales de la migración y, en consecuencia, generan flujos migratorios desde el Sur hacia países industrializados en busca de seguridad, y de mejores condiciones de vida y de trabajo.

En tal sentido, es indispensable cambiar la actual situación de pobreza, desigualdad e inequidad que impera en el mundo en que vivimos, si realmente deseamos encontrar una solución duradera al fenómeno de la migración internacional. La plena realización del derecho al desarrollo de los países pobres constituye el verdadero camino para equilibrar los flujos migratorios en el mundo del futuro.

Las oleadas migratorias se perpetuarán si los 836 millones de personas que hoy viven en la pobreza extrema o los 795 millones que sufren hambre, esencialmente en el Tercer Mundo, siguen condenados a esa situación.

Otros factores que gravitan cada vez con más fuerza en las migraciones son las catástrofes naturales y el cambio climático, cuyas consecuencias son potenciadas por las condiciones de pobreza ya mencionadas, por el manejo irresponsable de las ayudas de emergencia y por el egoísmo de los ricos en socorrer a los necesitados cuando es más necesario.

El cambio  climático amenaza con destruir a la humanidad. Por esa razón, el Acuerdo de París y los compromisos que de él dimanan deben ser defendidos, exigiendo mayores ambiciones en las contribuciones de los países desarrollados y el cumplimiento de sus obligaciones para la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como para hacer efectivo su apoyo financiero y tecnológico a los países en vías de desarrollo.

Muchos países pueden desaparecer como consecuencia de esos fenómenos y sus poblaciones son migrantes en potencia, cuya condición puede evitarse si todos actuamos con responsabilidad frente a la Madre Tierra.

Por ello constituye un imperativo abordar con urgencia y profundidad el fenómeno actual de la migración en toda su magnitud y complejidad, así como las vías y métodos para su imprescindible inserción en las políticas de desarrollo.

Sin embargo, en los círculos de la derecha neoliberal,  no existe la voluntad política,  ni el interés económico ni humano,  para cambiar esta situación.  El Norte opulento y derrochador utiliza y discrimina a los inmigrantes. El  Sur es el proveedor de  la materia prima del Norte, el almacén de dónde sacan recursos de todo tipo, desde el mineral hasta el talento.

Las actuales políticas migratorias internacionales están plagadas de contradicciones y limitaciones y sobre todo, de desafíos. En muchas partes del mundo, fundamentalmente en los países del Norte industrializado, persiste un sentimiento de rechazo hacia los migrantes, a pesar de que sectores enteros de la economía de esos países dependen de la fuerza de trabajo migrante. Los problemas de discriminación, xenofobia y el racismo están todavía lejos de ser resueltos, y la lucha contra ellos es un desafío.

Criminalizar la migración, construir enormes muros en las  fronteras, campos de detención o barreras administrativas e incluso militares, no son la solución para el manejo y control de los grandes flujos migratorios. Solo atacando las causas estructurales de la migración se podrá encontrar una solución duradera al problema. Para eso se requiere una voluntad política de la cual carecen los países desarrollados.

Enfrentar la multiplicación de los migrantes, incluyendo los solicitantes de asilo y refugio, demanda responsabilidad genuina con la paz y seguridad internacionales, y el abandono de sus intereses hegemónicos por parte de los principales países industrializados.

No podemos conformarnos con los enfoques dirigidos a manejar y administrar los flujos migratorios para satisfacer las necesidades de los más poderosos. El movimiento de personas continúa respondiendo a un esquema y a un orden migratorio injusto que beneficia el drenaje de fuerza  de trabajo calificada hacia los países desarrollados. Reafirmamos nuestra condena al robo de cerebros y de talentos, al tiempo que reiteramos firmemente el derecho de nuestros pueblos a protegerse ante estos fenómenos.

Estados que han ratificado los principales instrumentos jurídicos internacionales en materia de migración demuestran cada día la falta de voluntad política para aplicar sus disposiciones, optan por establecer procesos unilaterales de certificación y evaluación de conductas de países, que solo generan desconfianza y confrontación. Como consecuencia, los migrantes continúan siendo víctimas de abusos de toda clase.

Los migrantes sufren una situación de vulnerabilidad; en especial, las mujeres y niños, caracterizada, entre otros factores, por la discriminación, la marginación, las dificultades económicas, además de ser objeto de la trata y el tráfico ilegal de migrantes. En tal sentido, consideramos fundamental el respeto a los derechos humanos de los trabajadores migrantes y sus familias, y el cumplimiento de las obligaciones emanadas de todos los instrumentos internacionales y las obligaciones relacionadas con la protección internacional.

El tráfico ilegal de migrantes, grave delito trasnacional que se ha visto potenciado en las últimas décadas, debe ser abordado de forma integral y equilibrada . Deben garantizarse los derechos de los migrantes, al tiempo que se preserve el derecho de los países a aplicar soberanamente sus políticas migratorias. Se requiere la cooperación internacional en el combate a delitos asociados a la trata de personas y al tráfico internacional de migrantes. En tal sentido, se deben dar pasos concretos en el establecimiento de acuerdos internacionales, regionales y bilaterales.

Es imposible cosechar resultados concretos si la cooperación no se materializa mediante el diálogo y la colaboración genuina, en el que se reconozca la responsabilidad compartida de todos los Estados en la atención a un problema de naturaleza global, se respete la soberanía e igualdad jurídica de todos los estados y se reconozca que se trata de un fenómeno que implica el respeto a la integridad, la dignidad y el bienestar de seres humanos y sus familiares y que por tanto, la protección y el pleno respeto de sus derechos, constituye un factor esencial y determinante.

Hoy más que nunca antes,  los pueblos deben cerrar filas por defender el derecho de la humanidad a existir frente a la irracionalidad del modelo de producción y consumo capitalista.

Hermanos y hermanas:

A estas situaciones y tendencias, se suma, en el caso de Cuba la manipulación política del fenómeno migratorio. Durante más de 50 años los Estados Unidos han manipulado abierta y agresivamente sus relaciones migratorias como arma para destruir la Revolución cubana. Se han apoyado en el genocida bloqueo económico, financiero y comercial que ha causado pérdidas a nuestra economía por más de un millón de millones de dólares estadounidenses, y en regulaciones y políticas de estímulo a la migración irregular, cuya expresión más acabada es la Ley de Ajuste Cubano.

El Acuerdo Migratorio entre Cuba y los Estados Unidos el 12 de enero de este año, fue un paso importante en el avance de las relaciones migratorias entre ambos países, al eliminar la “política de pies secos-pies mojados” y el programa  “Parole” para profesionales médicos cubanos, pero mantuvo vigente la Ley de Ajuste Cubano. Mediante esta, las autoridades estadounidenses se arrogan el  derecho de otorgarle a todo cubano que arribe a su territorio, el privilegio de poder regularizar su condición migratoria y acceder a su status migratorio de “residente”, luego de un año de permanencia en ese territorio. Por ello, es necesario que el Congreso estadounidense derogue dicha ley, única en su tipo en el mundo.

En cuanto a las posiciones del gobierno de ese país, hay otros fenómenos en nuestra región que afectan a los pueblos de Nuestra América, y de los que es imposible sustraerse:

“La nueva agenda del gobierno de los Estados Unidos , tal como dijera  el presidente Raúl Castro Ruz, en la XIV Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP, en Caracas, Venezuela, el 5 de marzo de 2017, amenaza con desatar un proteccionismo comercial extremo y egoísta que impactará la competitividad de nuestro comercio exterior; vulnerará acuerdos ambientales para favorecer los ingresos de las transnacionales; perseguirá y deportará migrantes generados por la desigual distribución de la riqueza y el crecimiento de la pobreza que provoca el orden internacional impuesto”.
“El muro que se pretende levantar en la frontera norte de México es una expresión de esa irracionalidad, no solo contra este hermano país, sino contra toda nuestra región. Expresamos la solidaridad de Cuba con el pueblo y gobierno mexicanos. La pobreza, las catástrofes, los migrantes no se contienen con muros, sino con cooperación, entendimiento y paz”.
No menos preocupante es la ola de violencia interna y de injerencia externa a la cual ha sido sometida Venezuela, como parte del plan imperialista y oligárquico de derrocamiento de su Revolución Bolivariana, y que debemos denunciar y detener.

Sometidos al bombardeo de los medios de desinformación, muchos quieren ayudar ofreciendo alternativas que solo competen a los venezolanos. Si se quiere ayudar a los venezolanos, respétese plenamente la soberanía de Venezuela y aliéntese el diálogo constructivo y respetuoso, como única vía para encauzar las diferencias.

Por ello, la sociedad civil cubana ratifica su apoyo al pueblo y gobierno de Venezuela en la defensa de su soberanía y su autodeterminación ante las acciones contra la Revolución Bolivariana y rechaza enérgicamente las maniobras de la descreditada OEA y el triste y vergonzoso papel de su Secretario General.
Asimismo, los cubanos expresamos nuestra solidaridad con el hermano pueblo brasileño, cuya voluntad democrática fue usurpada, y que está siendo empujado a la miseria de la que millones de personas habían salido durante los gobiernos de Lula y de Dilma, lo que puede generar importantes desplazamientos humanos en ese país.

Para alcanzar los objetivos de nuestras luchas, es necesario creer en el ideal de una integración de la Patria Grande, Nuestra América; y luego concertarnos,  alcanzar la unidad dentro de la diversidad, entre nosotros, representantes de los pueblos, y luego entre nuestros estados, en estricto apego a la Proclama de América Latina y el Caribe como zona de paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno en la Habana, en enero del 2014.

Muchas gracias,