A esta hora, en cualquier lugar de Cuba, una adolescente vuelve a su casa acompañada de las risas de sus compañeras y compañeros de clase, una médica realiza un transplante de riñón, una científica presenta el protocolo de un nuevo medicamento en un evento científico, una campesina recoge su cosecha y una constructora levanta una pared. Nadie se detiene a meditar sobre ello, porque no son excepciones, o logros individuales, no son unas pocas que han llegado por esta o aquella circunstancia, sino que resulta la cotidianidad de una isla que también se construye y sueña en femenino.
Treinta y cinco años antes de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, una calurosa tarde del 23 de agosto de 1960, cuando las mujeres de diferentes sectores crearon la Federación de Mujeres Cubanas, en un céntrico teatro habanero,comenzaba a implementarse un Plan de Igualdad que había sido esbozado en Santiago de Cuba, el 1 de enero de 1959, cuando el líder histórico de la Revolución Cubana señalaba entre los sectores que eran particularmente explotados a las mujeres y en enfatizaba en las mujeres pobres y negras.
De tal forma que la voluntad política del gobierno revolucionario y la fuerza de las mujeres organizadas propiciaron que las cubanas llegaran a Beijing con muchas de las metas que allí se declaraban a futuro, ya cumplidas: sobre todo en el ámbito de la educación, el acceso al empleo, igual salario por trabajo de igual valor y con la misma calificación, el respeto a los derechos sexuales y reproductivos y una legislación de avanzada.
Pero Beijing nos permitió también evaluar los desafíos pendientes, las áreas críticas o de particular atención para continuar propiciando esa Revolución dentro de la Revolución como ha sido llamado el proceso de empoderamiento de las cubanas.
Ello llevó a la elaboración y aprobación del Plan de Acción Nacional de la República de Cuba de seguimiento a Beijing diseñado en un amplio proceso participativo que recogió en un acuerdo del Consejo de Estado 90 medidas, con las instituciones responsables de su cumplimiento y que ha sido evaluado en tres ocasiones.
Las estadísticas revelan hoy cuantitativamente lo que se ha logrado. Revisemos algunas de ellas. Las mujeres son el 48,86 por ciento de las parlamentarias y presiden el gobierno en 10 de las 15 provincias, algunas de las principales carteras ministeriales la ocupan mujeres, más del 70 por ciento de las fiscales son mujeres. Todo ello logrado sin políticas de cuotas, respetamos las estrategias de cada país para impulsar la participación política de las mujeres, pero en nuestro caso se ha logrado no solo a partir de potenciar la autonomía económica, física y en la toma de decisiones sino alcanzando autonomía con reconocimiento reciproco. Se ha potenciado un espacio de empoderamiento real que tiene como pilares fundamentales la igualdad de acceso, posibilidades y oportunidades, la educación y la participación consciente y protagónica en el proceso de cambios lo que afianza la autoestima individual y el reconocimiento en los imaginarios socialmente compartidos.
De ahí que la universidad se feminiza , pero la presencia de mujeres en los empleos que requieren preparación universitaria también, o que la presencia en especialidades no tradicionales deja de ser anecdótica para convertirse en significativa.
De manera que se estrecha la brecha entre la igualdad normativa y la igualdad real. Por ello las estadísticas también evidencian que no hay diferencias en el acceso entre mujeres blancas y negras, rurales o urbanas.
Pero hay indicadores que no alcanzan para medir lo alcanzado como la presencia mayoritaria de mujeres en el personal de la salud y la educación que prestan colaboración en más de 40 países del mundo.
La concepción ha sido también abordar a las mujeres en su diversidad, lo que ha permitido establecer programas para niñas y mujeres con discapacidades o necesidades especiales, propiciar espacios para las mujeres lesbianas, trans…
Detrás de las cifras están las plurales historias de ir cambiando, enfrentando prejuicios, derribando barreras … transformando la familia y también las masculinidades que comienzan a incorporar formas no hegemónicas de relación, con paternidades más involucradas …
Si bien es en las relaciones de pareja y en el hogar donde más se evidencian los rezagos de una ideología patriarcal esta se manifiesta aún en muchos aspectos de la vida social. A nivel ideológico se superponen las tradicionales visiones de lo considerado femenino y masculino con los nuevos modelos. Pudiéramos hablar de un híbrido en el que se están gestando, tal vez, los nuevos paradigmas. Me refiero, por supuesto, a tendencias, pues como en todo proceso social el espectro abarca desde los sujetos más apegados a la cultura patriarcal hasta los más transgresores de las asignaciones de género.
Pudiéramos resumir que la concepción teórico política sobre el tema de la discriminación de la mujer en Cuba parte de aunar el proceso emancipatorio de la nación con las especificidades de formas de opresión por motivos de la raza ,el género, la orientación sexual, la discapacidad y otras lesivas a la dignidad humana.
La ideóloga de este proceso, su más genuina representante , una de las más importantes defensoras de las mujeres en el continente en el siglo XX, Vilma Espín, explicaba que la labor sería cada vez más compleja, pues habría que continuar hasta alcanzar toda la justicia.
Por eso las muchachas de hoy,que llegan a la FMC, una organización que cuenta con más de cuatro millones de mujeres, asumirán los desafíos de estos tiempos , pero como sus abuelas y madres , asumirán como propios los versos de Dulce María Loynaz:
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra…
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca.
Y gris, y verde, y rubia, y
morena…
Quiéreme día,
quiéreme noche…
¡Y madrugada en la ventana abierta!…
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda… O no me quieras!
Dra.Isabel Moya (FMC)