Una visión 20-20 de los derechos humanos
Hace 20 años, se adoptó un documento histórico en Viena. Éste cristalizó el principio de que los derechos humanos son universales; mientras comprometía a los Estados a la protección y promoción de los derechos humanos para todo el pueblo, independientemente de sus sistemas políticos, económicos y culturales.
Entre los logros más significativos y trascendentales, la Declaración de Viena llevó a la creación de mi Oficina – la Oficina del Alto comisionado para los Derechos Humanos.
Desde entonces, se han producido muchos avances, realmente mas de los que la gente quizás aprecie.
Los fundamentos para proteger y promover los derechos humanos están ampliamente desarrollados: incluyen una organización fuerte y creciente de patrones y leyes en el Derecho Internacional de los Derechos humanos; así como instituciones para interpretar las leyes, monitorear su cumplimiento y aplicarlas a los nuevos asuntos y en evolución.
La clave actualmente es aplicar leyes y patrones para lograr que el disfrute de los derechos humanos sea una realidad in situ. La voluntad política y los recursos humanos y financieros para lograrlo son frecuentemente escasos.
Desafortunadamente, los 20 años transcurridos desde Viena han sido testigos de muchos reveses y un buen número de fracasos trágicos en la prevención de atrocidades y en la salvaguardia de los derechos humanos.
En varias instancias en que se producían violaciones deplorables y de envergadura, la comunidad internacional ha sido muy lenta, demasiado dividida, muy poco previsora – o simplemente desatinada en su respuesta a las alertas de los defensores de los derechos humanos y al llanto de las victimas.
La Declaración de Viena debe servir como guía para la obra magnífica que aún permanece a medio construir.
La conducta de los Estados es más examinada que nunca, y la expansión de las organizaciones de la sociedad civil y de los activistas individuales por los derechos humanos en los últimos 20 años han sido verdaderamente extraordinarios. Conjuntamente con las instituciones nacionales independientes pro derechos humanos, éstas son las bases del desarrollo de los derechos humanos a nivel nacional. Sin embargo, es factor de gran preocupación que estén también enfrentando el incremento de las intimidaciones y violaciones en muchos países.
Las mujeres continúan sufriendo discriminación, violencia y persecución. Igualmente pasa con minorías étnicas, raciales y religiosas; así como con los inmigrantes e individuos por su orientación sexual. Esto muestra el largo camino que queda por recorrer.
Los conflictos internos continúan contrastando abusos horrendos y expandidos de los derechos humanos. Las protestas pacíficas de gente en el ejercicio y reclamo de sus derechos legítimos son reprimidos violentamente por las autoridades prácticamente a diario.
Poblaciones cambiándose y mudándose, obligadas por la creciente pobreza, los movimientos de refugiados y la situación económica volátil, hacen prioritario el problema “del miedo de los unos a los otros”.
Retos nuevos y complejos siguen aflorando, como el cambio climático y los movimientos terroristas globales.
La forma en que operamos en este mundo también cambia a una velocidad desmesurada.
Las tecnologías modernas están transformando el modo en que hacemos el trabajo pro derechos humanos. En 1993 la Gran Red Mundial tenía solo cuatro años, y su uso y alcance futuro no podía ni imaginarse, ni como Internet influiría en nuestras vidas. Junto a los medios sociales y las innovaciones de las Técnicas de la Información, estas tecnologías están mejorando espectacularmente las comunicaciones en tiempo real y el intercambio de información. También están amplificando la voz de los defensores de los derechos humanos, revelando los abusos y movilizando el apoyo de varias causas en muchas partes del mundo.
También estamos viendo como las nuevas tecnologías facilitan la violación de los derechos humanos con la eficiencia espeluznante del siglo XXI. En contravención con la ley internacional, el monitoreo electrónico masivo y la recopilación de información están amenazando tanto los derechos individuales como el libre funcionamiento de una sociedad civil enérgica.
La apertura de un Tweet o Facebook por un defensor de los derechos humanos puede ser suficiente para enviarlo a él o ella a la cárcel. Los Drones pueden ser, y lo están siendo, usados con motivos positivos. Pero Drones artillados son desplegados, sin ninguna legalidad, para golpear por control remoto blancos individuales. Los llamados “Robots asesinos” –sistemas de armas autónomas que pueden seleccionar y atacar un blanco sin intervención humana- dejaron de ser ciencia ficción para convertirse en realidad.
Su seguro despliegue futuro crea interrogantes, ética y legalmente, muy preocupantes
Se requiere de una permanente vigilancia para asegurar que las nuevas tecnologías avancen, pero sin violentar los derechos humanos. No importa el alcance de estos cambios, puesto que se mantienen aplicables las leyes internacionales de derechos humanos y las leyes humanitarias internacionales que rigen la conducta en los conflictos armados.
Los Estados tienen que garantizar que se apliquen.
A nivel internacional aún queda mucho trabajo por hacer para transformar los derechos humanos de promesas abstractas a un mejoramiento genuino en el quehacer diario de todos los pueblos, especialmente aquellos que actualmente están marginados o excluidos.
La Oficina de Derechos Humanos de la ONU continuará trabajando con todos nuestros socios para tratar de prevenir la ocurrencia de las violaciones de los derechos humanos. Continuaremos denunciándolas. Seguiremos pidiéndole a los Estados que hagan su parte –la mayor hasta ahora- para garantizar que los errores trágicos del pasado no se repitan y que los derechos humanos de todos sean protegidos y promovidos.
Podemos y tenemos que hacerlo mejor.
La visión y las metas formuladas hace 20 años en Viena son validas aún. Vale entonces la pena seguir luchando ahora, los próximos 20 años y mucho más allá.