En los últimos tiempos escuchamos mucho hablar del Termino Sociedad Civil. En diversos escenarios, dentro y fuera del país aparece con más frecuencia este concepto y debemos prestar atención responsable a este fenómeno, porque como reza el sabio refrán popular, “Cuando el rio suena….”
Nuestra sociedad cubana se encuentra en uno de los más profundos y definitorios procesos hacia la infinita tarea de construirnos cada vez más como una Nación Prospera y Sostenible, en el marco de un modelo socialista con equidad y justicia para todos y todas.
Tal y como ha sucedido durante estos 56 años de proceso revolucionario, hemos sido convocados a participar y hacer las contribuciones posibles en ese empeño, por esa razón, sería saludable recapitular algunas de las actuaciones de una parte de este sector civil cubano tomando como punto de partida los complejos años 90s del siglo pasado.
En esa década, emergieron un grupo de iniciativas gestadas desde diferentes sectores y espacios de la sociedad cubana que asumieron como misión, acompañar al país a enfrentar los duros retos que impuso el llamado Periodo Especial, Junto al pueblo y a sus instituciones. No había espacio para regodearse en el debate estéril de contraponer lo No gubernamental, con lo Gubernamental, La Sociedad con el Estado, la tarea principal y vital era la de construir, preservar y hacer avanzar pese a todo lo que se oponía, las importantes conquistas sociales alcanzadas y sobre todas las cosas la Dignidad y el sentido de la Patria.
Por su génesis y las circunstancias que les dieron origen, estos proyectos fueron portadores de nuevas culturas institucionales, formatos organizativos, modelos de gestión, y enfoques de trabajo que marcaron sus características específicas, un tanto distintas a las grandes asociaciones nacidas al influjo de las tareas de inicios de la revolución y que representan a grandes sectores sociales del país.
Este proceso complejo desde todo punto de vista, transcurrió en un ambiente de crecimiento y aprendizajes para todos los actores involucrados, en tanto contribuyó a enriquecer y dar un nuevo matiz a los actores sociales, creó diversidad, dio espacio a una reconfiguración de este sector en un natural proceso de síntesis, asimilación y desarrollo. Lo nuevo-diverso se integró a la experiencia acumulada y en un diálogo de esencia dialéctica fortaleció en general nuestra Sociedad Civil Cubana.
Los resultados de estos años de trabajo demuestran la utilidad de estas experiencias. En la práctica se han llevado a cabo numerosos proyectos de desarrollo social, tanto en ámbitos urbanos, como rurales, donde ONGs y Asociaciones de las dos generaciones han complementado sus esfuerzos, junto a instituciones y actores locales en un ambiente de cooperación y aprendizajes mutuos para contribuir a elevar la calidad de vida de la población.
Proyectos donde se han aplicado metodologías y conceptos que han tenido la participación ciudadana y comunitaria como pieza clave para definir necesidades, diseñar alternativas de solución, planificar y ejecutar acciones y evaluar sus resultados. Donde se ha podido discutir y dialogar con las propuestas de los gobiernos locales e incorporar en sus estrategias las demandas e intereses de toda la población.
Documentos producidos por estas organizaciones han sido presentados y debatidos en los niveles de Ministerios y también en la Asamblea Nacional del Poder Popular contribuyendo de este modo a enriquecer las políticas del país.
En estas prácticas transformadoras, que van generando sentidos de apropiación y pertenencia, así como valores cívicos responsables, ha sido tomado en cuenta el potencial acumulado por nuestras organizaciones, sus aportaciones y experiencias y nuestra voz ha sido escuchada.
Por eso, cuando tanto suena el término de Sociedad Civil y de todas partes nos llegan conceptos y enfoques tan distintos, vale la pena sistematizar, conceptualizar y esclarecer a que nos estamos refiriendo y en un sentido más práctico, cual es el verdadero rol que legitima nuestra existencia, a todas luces el mejor servicio a la sociedad en la que nacimos y de la que somos partes.
Rigoberto Fabelo Pérez
Director del Centro de Intercambio y Referencia de Iniciativas Comunitarias (CIERIC)