En 1939, Albert Einstein advirtió a Franklin D. Roosevelt sobre la importancia del descubrimiento de la fisión nuclear por el químico alemán Otto Hahn, y la posibilidad de que ello desembocara en la fabricación de "un nuevo tipo de bombas con mucha potencia".
Tal advertencia no demoró en materializarse en uno de los más atroces crímenes contra la humanidad. En agosto de 1945, al término de la Segunda Guerra Mundial, el mundo atestiguó la ignominia ocurrida en dos ciudades japonesas; primero en Hiroshima -6 de agosto- y luego en Nagasaki - 9 de agosto- cuando dos bombas atómicas, estadounidenses, cegaron la vida de casi 100 000 personas inocentes y dejaron a decenas de miles más sufriendo heridas terribles.
A 75 años de la ocurrencia de estos terribles sucesos y en un mundo donde aún existen tales armas, resaltamos la importancia de la eliminación total de las armas nucleares de manera transparente, verificable e irreversible.
La comunidad internacional debe actuar ante la amenaza que representa la tenencia y modernización de arsenales nucleares. Debe aunar esfuerzos y trabajar de manera coordinada para lograr avances concretos y significativos en torno a su absoluta eliminación y prohibición, bajo estricto control internacional.
Los más de 120 Estados que participaron en las negociaciones del Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), en busca de una prohibición expresa de esta categoría de armas, ratificaron la necesidad imperiosa de que este objetivo, continuamente pospuesto, sea alcanzado. Con este tratado, la comunidad internacional dejó claramente establecido que las armas nucleares no son solo inhumanas, inmorales y éticamente indefendibles; sino también ilegales.
El Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) indicó, en su anuario 2020, que a principios del año, nueve países poseían aproximadamente 13.400 armas nucleares, de las cuales 3.720 fueron desplegadas con fuerzas operativas. Los cuantiosos recursos que anualmente utilizan las potencias nucleares para el mantenimiento y modernización de estos arsenales sobrepasan los 100 000 millones de dólares estadounidenses.
La pandemia COVID-19 que azota al mundo desde inicios de este año ha tenido profundos efectos para todos los países. Sus consecuencias económicas aún no conocen fin. En este contexto, los recursos mencionados anteriormente deberían ser redirigidos al enfrentamiento de la pandemia y sus consecuencias, así como a la consecución de los ya retrasados Objetivos de Desarrollo Sostenible en países necesitados.
Nos enorgullece ser parte de la primera zona densamente poblada libre de armas nucleares del mundo, creada en América Latina y el Caribe a resultas del Tratado de Tlatelolco. Desde la sociedad civil cubana, ratificamos nuestro compromiso permanente con el desarme nuclear y nos sumamos al llamado de los hibakushas, sobrevivientes de las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki; para lograr un mundo libre de arsenales nucleares.
El uso de este tipo de armas, bajo cualquier circunstancia en términos humanitarios, morales e incluso legales, es inaceptable, no hace más que socavar la paz mundial. Un mundo sin armas nucleares es fundamental para avanzar en la consecución de objetivos prioritarios para la humanidad como la paz, la seguridad, el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente.
La Habana, 7 de agosto de 2020