En diciembre de 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU), a través de la resolución A/RES/66/149, designó el 21 de marzo como el Día Mundial del Síndrome de Down.
Con esta celebración, la AGNU año tras año busca aumentar la conciencia pública sobre el tema y recordar la dignidad inherente, la valía y las valiosas contribuciones de las personas con discapacidad intelectual como promotores del bienestar y de la diversidad de sus comunidades; así como también resaltar la importancia de la autonomía para estas personas, en particular la libertad a tomar sus propias decisiones.
En ocasión de la fecha el pasado año, el entonces Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki Moon afirmo: “Con la aprobación de la ambiciosa y universal Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la comunidad internacional ha prometido no dejar a nadie atrás, lo que exige empoderar a los niños y adultos con discapacidad, incluidos los que tienen síndrome de Down, para que contribuyan a nuestro futuro común.
Las personas con discapacidad, incluidas las que tienen síndrome de Down, son algo más que personas necesitadas de asistencia: son agentes de cambio que pueden impulsar el progreso en toda la sociedad, y debemos escuchar su voz mientras nos esforzamos por alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
En Cuba, desde el triunfo de la Revolución en 1959, habilitar a las personas con discapacidad mental y particularmente con síndrome de Down, para que puedan expresarse, ser escuchados e se integren plenamente a la sociedad ha sido una prioridad del estado. Ellos cuentan con un acceso adecuado a la atención de la salud, a los programas de intervención temprana y a la enseñanza inclusiva; existen consultas especializadas en instituciones hospitalarias para la atención integral y sistemática de estos pacientes desde edades tempranas y se han desarrollado programas para la estimulación, el desarrollo personal y la incorporación plena como adultos independientes a la sociedad.