194 Consejo Ejecutivo UNESCO, 8 de abril de 2014, Paris.
Señor Presidente:
Hace apenas 8 semanas concluyó en La Habana la Segunda Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños que tuvo como tema central “La lucha contra la pobreza, el hambre y la desigualdad”.
Convinimos en nuestra región que para alcanzar el objetivo de sociedades más justas e inclusivas, es imprescindible una mejor distribución de las riquezas y los ingresos, una educación de calidad para todos, la erradicación del analfabetismo, el respeto a la diversidad cultural como base de la cooperación e integración regional, y el establecimiento de sistemas de salud para la totalidad de la población, entre otros derechos esenciales para los seres humanos.
La Cumbre tuvo como momento especial la Proclama de la América Latina y el Caribe como una Zona de Paz. Resultó este un paso trascendental en nuestra historia. Acordamos desterrar la guerra, la amenaza y el uso de la fuerza en nuestro relacionamiento, y acordamos que los diferendos entre nuestros países se solucionen por vías pacíficas y conforme a los principios del Derecho Internacional.
En la CELAC, la América Latina y el Caribe han encontrado un espacio autóctono y legítimo para acercar posiciones, para conocerse mejor, para continuar y realizar los sueños de nuestros próceres de construir la Patria grande.
Es claro que entre nosotros hay visiones y enfoques diferentes de los múltiples problemas y desafíos que afrontamos, pero sabemos que en nuestra rica diversidad es posible forjar la unidad. Es esa nuestra fortaleza.
Cuba, que ya cumplió su mandato como Presidente pro tempore, continuará trabajando en el seno de la Comunidad a favor de la cooperación, la solidaridad, la integración y la unidad latinoamericana y caribeña, por la que tanto luchó nuestro Héroe Nacional, José Martí.
Sr. Presidente:
En el mundo expoliado y saqueado en que vivimos se acumulan los problemas y se imbrican las crisis que se hacen permanentes. El subdesarrollo estructural se perpetúa. Crece el abismo que separa a los ricos de los pobres. Aumentan las desigualdades entre y dentro de las naciones. Parece indetenible la destrucción del medio ambiente, la pérdida de la biodiversidad y el equilibrio natural de los ecosistemas.
Las estadísticas que ofrecen los organismos y agencias especializadas del sistema de las Naciones Unidas son escalofriantes cuando ya resta solo un año para confirmar lo que desde mucho antes sabíamos, a saber, que a nivel mundial no se cumplirá con ninguno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Así nos lo confirman los 1 200 millones de personas en todo el mundo que viven en la pobreza extrema, los 842 millones que sufren hambre crónica, los 774 millones de adultos analfabetos y los 57 millones de niños y niñas no escolarizados.
Al capitalismo salvaje, de rostro neoliberal, poco le importan estas cifras que no ocupan titulares de portada ni lindas fotografías en sus revistas de modas. Por el contrario, intentan pasarnos la factura de la crisis, que como siempre se descarga en los más pobres.
En este contexto la UNESCO continúa un proceso de reforma que busca mayor eficacia y eficiencia, mayor visibilidad y protagonismo en el sistema multilateral. Lamentablemente, la crisis de impago, por el inaceptable chantaje financiero de su principal contribuyente, le ha impedido a la Organización cumplir a cabalidad con sus objetivos y programas, provocando al mismo tiempo un déficit presupuestario significativo.
La crisis ha generado tensiones innecesarias, incertidumbres y una indeseada desviación del objetivo principal de la reforma haciéndola mucho más dolorosa y traumática para el personal. Ha abierto también las puertas a la mayor dependencia de los recursos extrapresupuestarios.
En las actuales condiciones hay que dejar a un lado los egoísmos e intereses estrechos. Todos critican el status quo, pero pocos se animan a dar el paso adelante por el cambio y la innovación. Pero la UNESCO no puede continuar haciendo las cosas como antaño. No puede pretender hacerlo todo, porque no todo lo hace bien. Debe enfocarse en las prioridades que ya han sido definidas por el Consejo y la Conferencia General. Debe mostrar sus capacidades para contribuir a la paz en un mundo inseguro. Debe contribuir al desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza en un mundo desigual y de recursos limitados.
Llegado a este punto, y a juicio de Cuba, no hay tarea más urgente y necesaria que concentrar todas nuestras energías y esfuerzos en la contribución que debemos hacer a los Objetivos de Desarrollo post 2015.
Frente a tamaño desafío no podemos perdernos en el inmenso bosque sin ver los árboles. Nuestro mandato multifacético nos permite hacer contribuciones relevantes en una diversidad de temas que son hoy objeto de debate, pero son dos las esferas donde la UNESCO tiene una enorme ventaja comparativa y única: educación y cultura.
En educación es encomiable el trabajo del sector que ha definido con claridad el objetivo de “Lograr para todos por igual una educación de calidad y aprendizaje durante toda la vida para 2030” que ya se esboza con metas concretas en el documento EX/6. En cultura, sin embargo, todavía nos queda un trecho por andar para hacer realidad el anhelo de conseguir un objetivo específico que reconozca su contribución como factor e instrumento del desarrollo. Alentamos al sector y a los Estados miembros a apurar la marcha y encontrar las sinergias e integridad necesaria para que nuestro reclamo se escuche y tenga en cuenta en Nueva York.
Señor Presidente:
Ya para concluir solo deseo enfatizar en que la crisis es temporal. Los cambios deben ser continuos y permanentes hasta refundar la Organización. En ese camino continuaremos apoyando los esfuerzos de la Directora General con quien compartimos una visión similar del futuro.
Muchas Gracias.