Intervención del Embajador Pedro Luis Pedroso Cuesta, Representante Permanente de Cuba ante Naciones Unidas, en el seminario virtual “Por qué no hay George Floyds en Cuba”
Estimados amigos:
Ante todo, permítanme agradecer la convocatoria a este evento virtual, para abordar un tema tan relevante y urgente como el racismo y la discriminación racial; así como la oportunidad de dirigirme a ustedes y ofrecerles algunos elementos sobre la experiencia cubana en el enfrentamiento a este flagelo.
En Cuba, la lucha contra el racismo y la discriminación racial está indisolublemente ligada a nuestras luchas por la independencia y la verdadera emancipación, primero contra el colonialismo español, y luego contra el imperialismo, dentro y fuera de Cuba.
Al respecto, hay un hilo conductor en el pensamiento de nuestros próceres y principales líderes, que en buena medida explica la posición de principios asumida por Cuba en esta materia.
Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, al levantarse en armas contra la corona española en octubre de 1868, liberó a sus esclavos y los invitó a sumarse a la lucha por la independencia. Entendía que colonialismo y esclavitud eran sinónimos. Por esa misma razón, en 1878, Antonio Maceo rechazaría las condiciones de paz ofrecidas por España, pues no garantizaban la independencia de Cuba ni la abolición de la esclavitud.
Luego, en 1893, escribiría José Martí, nuestro Héroe Nacional, que "Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro. En los campos de batalla, muriendo por Cuba, han subido juntas por los aires las almas de los blancos y de los negros. En la vida diaria de defensa, de lealtad, de hermandad, de astucia, al lado de cada blanco hubo siempre un negro”.
Este pensamiento es el que explica el sentimiento antirracista y de igualdad de la Revolución de Fidel, que a partir de 1959 llevó adelante transformaciones radicales para eliminar las bases estructurales del racismo y la discriminación racial institucionalizada. También es la razón por la que mi país apoyó, a costa de grandes sacrificios y riesgos, las luchas de liberación nacional en África, y se sumó al combate contra el oprobioso régimen del Apartheid.
En esencia, la lucha contra el racismo y la discriminación racial ha formado parte del quehacer de los revolucionarios cubanos, dentro y fuera de nuestras fronteras.
Queridos amigos:
Para Cuba es un orgullo ser una nación uniétnica y mestiza, lo que constituye una fortaleza de nuestra identidad. Somos un país con sangre indoamericana, europea, africana y asiática. La inmensa mayoría de nuestra población es mestiza, como lo son nuestras tradiciones, idiosincrasia, religiosidad y cultura popular.
La herencia africana que enriquece nuestra identidad, no se limita a quienes descienden genéticamente de los 300 mil esclavos traídos a Cuba por el colonialismo. Tampoco se asume como un factor de diferenciación o segmentación, con respecto a otros grupos. Es un elemento fundamental de todo lo cubano.
Es por ello que el combate al racismo y la discriminación racial ha sido una tarea permanente en el país, con innegables aciertos.
En 62 años de Revolución socialista, mucho se ha hecho en favor de la plena igualdad de todas las personas, y en materia de lucha contra el racismo y la discriminación racial.
Fue la Revolución, con su sentido profundamente humanista, quien erradicó para siempre todo tipo de segregación racial en el país, y quien democratizó el acceso a la educación y la cultura, como escudo y espada contra el racismo y la discriminación racial.
También fue la Revolución quien creó, y ha fortalecido de manera permanente, un robusto marco jurídico e institucional para asegurar el derecho de todas las personas a la plena igualdad. Incluso, este derecho goza de protección penal, con sanciones severas para quien intente conculcarlo.
La obra de la Revolución ha permitido garantizar que todas las personas sean iguales ante la ley, reciban la misma protección y trato de las autoridades, y gocen de los mismos derechos, libertades y oportunidades, sin discriminación, que está proscrita y es sancionada por la ley.
No hay discriminación por el color de la piel en el acceso a los servicios públicos e instituciones que los brindan; el empleo digno y la seguridad y asistencia social; la administración de justicia y la protección debida por las fuerzas encargadas de hacer cumplir la ley.
Tampoco hay discriminación en el acceso a los principales cargos del Estado y el Gobierno, ni sub-representación en estos. Algunas cifras lo demuestran. El censo poblacional de 2012 arrojó que el 35,9% de la población cubana se consideró no blanca. Al mismo tiempo, representa el 41% de la Asamblea Nacional del Poder Popular, nuestro parlamento, cuyo Presidente, así como el Vicepresidente de la República, el Presidente del Tribunal Supremo Popular, la Fiscal General de la República y el Ministro de Justicia son personas de piel negra o mestiza.
Así mismo, la nueva Constitución de la República, ratificada en 2019 por el 85,86% de los votantes en referendo popular, ratificó y fortaleció el reconocimiento y protección del derecho a la igualdad, así como la prohibición de la discriminación.
Sin embargo, ningún país ha logrado erradicar completamente todas las manifestaciones de racismo y discriminación racial.
En nuestro caso, a pesar de lo mucho que se ha avanzado en esta materia, subsisten prejuicios raciales en la conducta y expresiones de algunas personas, que se sustentan en factores históricos, sociales y culturales. Estos prejuicios y expresiones son inaceptables, y no se corresponden con el modelo inclusivo y participativo de país que estamos construyendo, por lo que estamos decididos a continuar avanzando hacia su completa erradicación.
Con ese propósito, y para contar con una herramienta actualizada de trabajo integral que permita resolver esta problemática, en noviembre de 2019 se aprobó el Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial, coordinado por una Comisión Gubernamental que encabeza el Presidente de la República.
Entre sus objetivos se incluyen identificar las causas de la discriminación; diagnosticar las posibles acciones a desarrollar por territorio y área de la sociedad; divulgar y visibilizar nuestra herencia africana; y fomentar el debate público sobre la problemática racial, así como su presencia en los medios de comunicación.
Estos esfuerzos están en línea con nuestras obligaciones como Estado parte de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial, los compromisos asumidos en la Declaración y Programa de Acción de Durban, y el Decenio Internacional para los Afrodescendientes.
En tal sentido, continuaremos avanzando en este y otros frentes, a pesar de nuestra condición de pequeño país en desarrollo, y de los graves impactos del criminal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos durante 6 décadas y que se ha recrudecido, de una forma sin precedentes, en tiempos de pandemia.
Queridos amigos:
Para concluir, quisiera terminar respondiendo a la pregunta que sirve de tema a este evento. En Cuba no hay un George Floyd por la sencilla razón de que tenemos una Revolución Socialista, que ha puesto en el centro de su quehacer la dignidad de todos los seres humanos.
Igualmente, quisiera reiterar que Cuba siempre acompañará los esfuerzos de la comunidad internacional dirigidos a erradicar el racismo y todas las formas de discriminación racial, como parte de nuestra aspiración de un mundo más justo para todos.
Muchas gracias.