Más de un millón de hectáreas en Cuba han sido beneficiadas contra la desertificación

Como resultado de la implementación, hace cuatro años, del Plan de Estado para el enfrentamiento al cambio climático, conocido como Tarea Vida, en Cuba se aplicaron los principios del manejo sostenible de tierras en dos mil 525 hectáreas, mientras más de un millón de hectáreas de la superficie agrícola del país recibió algún tipo de beneficio.

Esa última cifra significó un incremento de 76 mil hectáreas con respecto al 2017, a lo que se suma, además, la creación de 60 polígonos de suelos, agua y bosques, con 117 fincas agrícolas asociadas, mediante el Programa Nacional de Conservación y Mejoramiento de Suelos.

Tales avances en las acciones para proteger y preservar ese importante recurso natural fueron dados a conocer por la Doctora Elba Rosa Pérez Montoya, Ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), al intervenir en el diálogo de alto nivel sobre desertificación, degradación de las tierras y sequía.

En sus palabras, aclaró que todo ello se ha logrado a pesar del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno estadounidense, el cual constituye el principal obstáculo para acceder a tecnologías y reactivos de laboratorios, necesarios en el análisis y caracterización de los suelos, entre otros impactos.

La Doctora Pérez Montoya planteó que el tema central del debate es crucial para la vida de los habitantes del planeta y, por tanto, requiere de un tratamiento y atención universales, pues la desertificación provoca la pérdida de especies animales y vegetales, de suelos fértiles productivos y de ecosistemas, y la disminución de la producción agrícola.

La Ministra informó que Cuba presentó en el 2020, ante la Convención de Naciones Unidas de Lucha Contra la Desertificación y la Sequía, las Metas Nacionales de Neutralidad de Degradación de la Tierra, que incluyen continuar el incremento de la superficie agrícola beneficiada y su rendimiento productivo, y extender las áreas bajo manejo sostenible de tierras. 

Explicó que el año pasado fue aprobado también el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria y Educación Nutricional, bajo un enfoque territorial y participativo, basado en la ciencia y la innovación, con el propósito de incrementar la producción de alimentos, a partir de lograr sistemas agroalimentarios sostenibles y resilientes a los efectos de la sequía y del cambio climático.

Como parte de los esfuerzos en ese asunto vital, la Doctora Pérez Montoya refirió que se implementa, además, un Plan Nacional contra la Sequía, con el objetivo de mejorar la gestión de riesgos y mitigar sus efectos a nivel nacional y local, así como lograr instituciones mejor preparadas y capaces de enfrentar este peligro.