A esta hora, en cualquier lugar de Cuba, una adolescente vuelve a su casa acompañada de las risas de sus compañeras y compañeros de clase, una médica realiza un transplante de riñón, una científica presenta el protocolo de un nuevo medicamento en un evento científico, una campesina recoge su cosecha y una constructora levanta una pared. Nadie se detiene a meditar sobre ello, porque no son excepciones, o logros individuales, no son unas pocas que han llegado por esta o aquella circunstancia, sino que resulta la cotidianidad de una isla que también se construye y sueña en femenino.