El tiempo pasa y la gente se va poniendo vieja. Yo no, por supuesto. En esta semana volvemos a estar en el centro de la vorágine de otra Jornada Cubana contra la Homofobia, la décima. Increíble.
Parece que fue ayer cuando en 2008 asistí repleto de asombro y emoción al Pabellón Cuba, y escuché por primera vez a otras personas gais, lesbianas, bisexuales, transexuales, travestis, hablar en público —y bien alto— sobre lo que antes siempre estuvo oculto en Cuba: nuestras vidas y problemas.